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Juan Velez

Cómo po­de­mos crear há­bi­tos de fe­li­ci­dad se­gún un fa­mo­so neu­ró­lo­go

Nuestra ciencia

Todo el mundo quiere ser feliz, las fórmulas son múltiples dependiendo del inmobiliario cerebral de quien la origine. Casi todas engañan sin quererlo, pero afortunadamente la ciencia es la fuente de información que menos riesgo ofrece de engañarnos: la ciencia no puede engañar porque sus descubrimientos son automáticamente verificados por los miles, o mejor millones de científicos quienes al leer las noticias en las revistas especializadas las pueden aprobar o en caso de duda las podrán verificar repitiendo los experimentos o procedimientos que dieron lugar a esa noticia. En caso de que no coincidan sus resultados procederán a publicar en la siguiente semana sus objeciones en alguno de los miles de periódicos o revistas científicas que existen en los cinco continentes. Así avanza la ciencia, lenta pero segura, pues siempre habrá una gran mayoría de científicos de todo el mundo que concuerdan mayoritariamente, es decir casi en un 100% con las verdades científicas del momento. Hace 2500 años Aristoteles dijo algunas “verdades científicas” que se consideraron ciertas por más de mil años ( en su época aun no había nacido la ciencia por eso el entrecomillado ); hace apenas 500 años Newton realizó experimentos y corrigió a Aristóteles; a su turno Einstein hace apenas 100 años realizó experimentos mentales y mejoró y amplió sustancialmente el alcance de los conceptos de Newton. Es claro que si yo no creo en una verdad científica pues busco el laboratorio y personalmente presenció el experimento y tendré que aceptar o negar esa verdad científica viendo los resultados objetivamente. 

Todo lo anterior para indicar que frente a la argumentación que proviene de la ciencia no queda otro camino que aceptarla por su objetividad pero si acaso permanece una pequeña duda en alguna persona pues queda la remota esperanza de que llegará otro Einstein en el cercano o lejano futuro a cambiar o mejor esa verdad. Verdades absolutas no pueden existir en la ciencia. 

Recordemos que desde hace más de 50 años existen científicos de diferentes rangos de acreditación que buscan incesantemente encontrar algún error en las múltiples predicciones que hizo Einstein sin ninguna suerte por parte de ellos; hasta hoy. Las múltiples predicciones matemáticas que hizo en el campo de la física cuántica, de la de relatividad etc se cumplen con pasmosa exactitud y por eso el GPS, los rayos Láser, los transistores, las imágenes por resonancia magnética (IRM), los paneles solares, los aceleradores de partículas, la fibra óptica funcionan perfectamente. 


Nuestra biología

Y como la neurología es una ciencia y el doctor Eric Kandel es un famoso premio Nobel de medicina analicemos lo que dice en su libro The Disordered Mind (2018) respecto a los mecanismos que hay detrás de la búsqueda de la felicidad por dos caminos. 

En la base biológica del disfrute o la satisfacción o placer existe una atracción normal en todos los humanos por el placer que puede ser sobrepasado peligrosamente ocasionando que el cerebro produzca un exceso de dopamina lo cual conduce a una adicción. Tal adicción puede ser de drogas, alcohol, tabaco o de actividades como el juego el comer o el comprar. Hoy en día se considera que esas adiciones son un trastorno mental es decir un fallo en el sistema de retribución normal del cerebro que es un circuito neuronal responsable de las emociones positivas y de la anticipación de las recompensas.

Todas nuestras emociones positivas y nuestras sensaciones de placer pueden ser rastreadas hasta las neuronas productoras de dopamina. Si bien nuestro cerebro contiene relativamente pocas neuronas productoras de dopamina, ellas juegan un papel preponderante en la regulación del comportamiento principalmente por estar íntimamente involucradas en la producción de placer. La dopamina la descubrió el sueco Carlsson en los años 50 y es lanzada principalmente por neuronas ubicadas en dos regiones del cerebro. De esas dos áreas se extienden axones hasta el hipocampo el cual se involucra con la memoria o recuerdo de gente, lugares y cosas; y hacía tres de las más importantes estructuras del cerebro para regular la emoción: la amígdala, la cual orquesta la emoción; el núcleo accumbens que media el impacto de la emoción; y la corteza prefrontal que le impone voluntad y control a la amígdala. Esa zona del cerebro es una red de comunicaciones que conforma la mayor red del sistema de recompensa del cerebro. Tal red pone neuronas productoras de dopamina listas para difundir ampliamente información incluyendo regiones por fuera de la corteza cerebral. La dopamina una vez emitida es captada por otras neuronas en sus receptores donde permanece por un tiempo generando la sensación de bienestar y placer en el cuerpo de la persona.

Poco después del descubrimiento de la dopamina y por pura casualidad implantaron electrodos en la parte central profunda del cerebro de ratas justo en el núcleo accumbens, que resultó ser un componente crucial de esa zona donde se regula la emoción. Ellos instalaron una palanca en la jaula de las ratas que al ser operada por el animal conducía una pequeñísima corriente eléctrica al cerebro de la rata en cercanía de núcleos accumbens. 

Los científicos que dirigieron el experimento no percibían ni sentían nada con esa pequeñísima corriente cuando la tocaban con la piel de sus manos pero para las ratas era muy placentero a tal punto que sin descanso oprimieron la palanca hasta el punto de perder interés en comer o beber y al cabo de algunos días muchas murieron de sed en medio de su éxtasis. 

Tras muchas décadas de investigación Olds y Milner finalmente descubrieron que las ratas habían muerto por un exceso de dopamina. Los animales estaban abrumados de placer.

Normalmente consideramos que una recompensa (reward) es algo que nos hace sentir felices o sentir bien. Podría ser un postre de chocolate, o un nuevo dispositivo electrónico o una bella obra de arte. Los neurocientíficos se alejan un poco de esa visión: para estos una recompensa es básicamente cualquier objeto o evento que nos induce a un comportamiento de “atracción” que nos lleva a dedicarle tiempo y energía. Por el refuerzo que se produce con este comportamiento de acercamiento, la recompensa nos ayuda a aprender cada vez más de ese algo que nos atrae. 



Durante nuestra larga evolución biológica hacia homo sapiens sapiens aparecieron esas regiones especializadas que regulan nuestra respuesta a los estímulos de placer en el entorno tales como comida, agua, sexo e interacciones sociales. Todas las drogas de abuso actúan sobre ese sistema de recompensa.

El neurocientífico Wolfram Schulz de la universidad de Cambridge estudió las recompensas en los aprendizajes. Experimentó con monos en lugar de perros como lo solía hacer Pavlov con su célebre aprendizaje condicional. Schultz para experimentar con los monos primero emitió un fuerte sonido y esperó unos pocos segundos y luego puso gotas de jugo de manzana en la boca de los monos vigilando permanentemente en sus cerebros sus niveles de dopamina. Al inicio la dopamina no se disparaba en sus cerebros hasta cuando el jugo era entregado en la boca de los animales. Sin embargo, cuando el mono aprendió que el tono era una predicción de la llegada del jugo a su boca, las mismas neuronas empezaron a disparar dopamina con el sonido del tono como predicción de la recompensa, en lugar de la recompensa en sí. Para Schultz lo interesante fue descubrir que todo eran expectativas cuando se trataba del sistema de recompensa en sí misma.

La expectativa de recompensa nos ayuda a formar hábitos. Un buen hábito que podamos adoptar en nuestra vida para vivir mejor y para crecer nos permite ejecutar muchos comportamientos importantes de forma automática sin necesidad de pensar en ellos. Estos hábitos adoptados son promovidos por la liberación de dopamina en la corteza prefrontal, áreas del cerebro involucradas con el control y la recompensa y motivación. La emisión de dopamina no sólo crea una sensación de placer sino que nos condiciona. El condicionarse es crear una memoria de largo plazo que nos permite reconocer un estímulo la próxima vez que lo veamos y responder en la forma en que corresponde. Si el estímulo es positivo como es el caso de buenos hábitos adaptables, el condicionamiento nos motiva a perseguirlo siempre. 


Nuestra sicología

En los juegos olímpicos 2024 un joven participante de apenas 17 años sorprende al mundo ganando una medalla de plata en gimnasia en una disciplina de altísimas exigencias para cualquier cuerpo y cualquier mente del planeta. Sorprendentemente creció en una ciudad intermedia en Colombia y lejos de las potencias mundiales en esa disciplina como son USA, China o Japón. 

Desde los 4 años de edad el niño mostró un “deseo” permanente en mover y saltar con su cuerpo como lo veía en una serie de televisión. Claramente la dopamina estaba detrás de todo esto e inició un proceso o círculo virtuoso de aprendizaje en donde el trabajo arduo y repetitivo bien dirigido se le convirtió en recompensa anticipada de dopamina; no creo que una gran pasión, dedicación, persistencia y fe hubiera reemplazado aquella dopamina diaria que recibía con solo ver el gimnasio. Para él su “supervivencia” era esa dosis permanente de dopamina como lo dejó entrever en una de sus declaraciones televisivas, no dicho en esos términos pues a lo mejor ni aún ahora él sea consciente del refuerzo biológico permanente que recibe su cerebro. Es que de otra manera eso no hubiera sido posible alcanzar, pues para un gimnasta llegar a estos límites casi sobre humanos tiene que tener una muy fuerte y buena explicación. Claramente los grandes concertistas de piano u otro instrumento musical deben pasar por ese mismo camino para llegar a las estrellas, el camino es angosto pero está sembrado de muchísimas recompensas diarias o semanales o mensuales. Y los grandes políticos y grandes empresarios y grandes médicos etc. etc. debieron cruzar el mismo camino.

Filósofo como Spinoza, psicoanalistas como Freud y Lacan colocan el deseo de una persona en el fondo o primer motor de su vida pues lo hace mover hacia algún lugar que busca llegar en forma consciente o inconscientemente. Peligro siempre habrá de que sea dirigido por él mismo o por otros hacia un lugar non santo, por eso es necesaria la buena educación que cada sociedad debe dar a sus jóvenes. 


Nuestras conclusiones

En Finlandia la educación de los jóvenes parece estar orientada por los deseos de cada joven pues a los 14 años se les permite explorar sus intereses personales, entre otras ventajas que se les ofrece durante su educación. Durante esos períodos de escuela los estudiantes tienen oportunidad de iniciar un proceso de círculo virtuoso de aprendizaje apoyado o sustentado en la recompensa permanente que nuestro cerebro nos ofrece cada vez que hacemos o queremos hacer lo que siempre hemos deseado hacer.


Las dos caras de la moneda Placer

Una cara es el placer o recompensa inmediata que dan las satisfacciones fisiológicas necesarias para la supervivencia como comer, beber, sexo, socializar. Algunas drogas duras de abuso, entran acá en escena y hackean el cerebro y mantienen actuando la dopamina por más tiempo de lo normal lo que genera es un “high ” artificial y destructivo y con el tiempo exige aumentar las dosis llegando a causar verdaderos estragos en las vidas de tantas personas que pronto les es imposible controlar sus vidas y rápidamente les llega la muerte.

La otra cara de la moneda es aprovechar el círculo virtuoso de la creación de hábitos, no de placeres momentáneos sino de placeres positivos que se van adoptando para el crecimiento de una vida que por ejemplo cada vez mejora un poco el mundo desarrollándose en ciencia, o mejora a sus ciudadanos dedicándose a la buena política o a la economía en todas sus variedades o se mejora como persona dedicándose al estudio, al arte en forma pasiva o activa, al servicio de los demás.

En todas estas actividades que se mencionan, solo algunas como ejemplos, pero que se podrían crecer ad infinitum pues sabemos que un ser humano puede desarrollar diferentes intereses que sumados pues serían incontables.

Para finalizar este ensayo, la tarea que queda es buscar con ayuda de la meditación diaria o del psicoanálisis nuestro más profundo deseo que ponga en funcionamiento esta poderosa herramienta con que cuenta nuestro cerebro cuál es el mecanismo de recompensa, vale decir el generador de placer o felicidad inagotable.

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