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Juan Velez

Abstracto




Todos sentimos el placer y dicha de escuchar o cantar la música que nos gusta. El por qué nos gusta esa música y no otra es lo que intenta explicar este ensayo en donde se propone una ruta física que va desde los oídos hasta nuestro cerebro lugar donde se recibe y procesa las señales neura eléctricas que llegan del oído medio. En algún lugar de la mente estas son comparadas con otras señales neura eléctricas de algunas de nuestras innumerables emociones almacenadas en nuestra memoria durante toda nuestra vida y el cerebro reacciona produciendo la hormona del placer, la dopamina, siempre y cuando haya habido un encuentro exitoso de semejanza entre esas dos señales neura eléctricas. Como resultado sentiremos en nuestro cuerpo esa placidez y emoción indescriptible. También se aclara el enorme potencial que tiene la música para lograr resultados tan fácilmente: su cuerpo o parte material (el de la música) es tan reducida y tan delgado desde el punto de vista material (estructuras de solamente ondas de sonidos, y silencios) que muy fácilmente entra y se cuela en nuestro inconsciente y si por fortuna encuentra un vestido (una de nuestras incontables emociones) que casan (porque presentan alguna analogía entre las dos señales) se logra el milagro de sentir ese placer pues en nuestro consciente sentimos aparecer la música hermosamente vestida con aquella emoción.[1] 


[1]         Palabras claves: sicología- neurología

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