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Juan Velez

¿Qué nos dice realmente la música?




¿Pero qué nos quiere decir?

“La música no busca decir nada” repetía el famoso compositor, músico y director de orquesta norteamericano Leonard Bernstein, y lo demostraba con las reacciones de quienes oían la obertura de Guillermo Tell pues para un grupo de personas el significado era algo completamente distinto de lo que significaba para otras. Ejemplos muchos; el aria “una furtiva lagrima” de la ópera El elixir de amor, a muchas personas les despierta tristeza cuando la oyen quizás por aquello de la lágrima, a otros, como al mismo compositor, siente nacer una emoción de profunda alegría porque el protagonista por primera vez en su vida sintió el amor.

Esas mismas palabras del nulo significado que lleva en sí la música repitió Damiano Michieletto cuando citaba a Bernstein en reciente entrevista para el semanario italiano L´espresso ( 29 de julio), pasados más de 30 años de la muerte del norteamericano. Este director teatral y de Opera galardonado con muchos premios por sus modernas adaptaciones en sus representaciones de ópera y nacido en Venecia hace 49 años, recorre los mejores teatros del mundo buscando que el público del siglo XXI experimente en sus mentes y cuerpos las mejores sensaciones y emociones cuando entren por sus ojos y oídos las imágenes y sonidos de un espectáculo de tales magnitudes. Pocas veces en un año tenemos oportunidad de vivir en un recinto cerrado el encuentro virtuoso de tantas bellas artes, 6 o 7 de las 10 que se catalogan comúnmente: la música y el canto, la pintura, la danza, la literatura, la escultura donde todo fluye y se fusiona mágicamente durante esas pocas horas del gran evento. Por lo anterior ha merecido ser llamado el mejor espectáculo del mundo: la ópera. Michieletto como director de estas puestas en escena lo está logrando con las óperas ya clásicas de los grandes maestros compuestas durante los últimos 3 siglos en donde la música es la gran protagonista. En la entrevista Michieletto comenta que no es fácil tomar un libreto de una opera en donde se narra una historia en acciones y en música pero donde el compositor ya ha trazado unos límites con los textos que se cantan y con la música y por lo tanto solo queda un margen de maniobra en todo lo demás. El truco, decía, será que la música haga su trabajo en mí como director, es decir, dejar que despierten en mi mente grandes o pequeñas emociones dormidas agarradas de cualquier detalle que llega a mi mente en ese proceso. Cómo es posible ese proceso? pues gracias a la enorme riqueza y el poder que tiene la música de despertar muchas emociones dormidas. En cada escucha el inconsciente puede suscitar en una persona no una sino muchas micro historias o pequeñísimas narraciones o cuadros de la película de la propia vida porque uno mismo se las cuenta en su mente en forma un poco borrosa en sucesiones de pocos segundos mientras oye la música. Para un director la narración imaginada debe ser más clara para poder ser contada en forma más creíble. Los artistas casi siempre tienen una comunicación, más fluida con su inconsciente, que el resto de los mortales. Lo maravilloso es que en 4.000 personas en un teatro se producirá igual cantidad de emociones diferentes o tal vez algunas similares, producto de la magia de la música y de la puesta en escena elegida segundo a segundo por el director. A esto lo llamamos sentido común, ni los primates ni el resto de mamíferos tienen este sentido común.

A los seres humanos nos encanta las historias, la narraciones, escuchar un inicio de una historia cualquiera, un nudo problemático y una solución. Nuestro cerebro evolutivamente adaptados a produce siempre la hormona dopamina, al entender una historia larga o corta que se nos cuenta. Esto genera placer y sensación de bienestar. Y si nuestra mente nos cuenta en pocas imágenes una emoción anterior que se despierta al escuchar esos segundos de esa música que llega del escenario, pues también habrá placer.

 El chismorreo que tanto disfruta nuestra especie se alimenta y goza de historias que armamos en nuestra mente mientras nos la narran. La única gran riqueza de la música es poder entrar a nuestro inconsciente y enganchar y sacar a flote cualquier recuerdo bueno o malo de nuestra memoria que resuene con esa música y saldrá a expresarse en el cuerpo acompañado casi siempre con la emoción original. Entonces esa música nos gustará.


¿Existen una sola músicas?

Dado que las sensaciones que llegan a nuestro oído de cualquier tipo de música, y aquí podríamos incluir desde el silencio absoluto (recuérdese la famosísima obra de John Cage 4´33´´) hasta los ruidos más estrambóticos producto de la era industrial y post industrial rica en sonidos electrónicos, pasando por las músicas tonales, atonales, seriales, el reguetón actual etc. etc. todas son sonidos que comparten todas o muchas o pocas características de una música referencial como es la música del período clásico, pues se puede pues afirmar con muy poco margen de error que todas las músicas están incluidas en este análisis que busca encontrar la razón o explicación del enorme placer que puede producir la música.

Dicho lo anterior los fenómenos que se desarrollan en nuestro cerebro y en nuestro cuerpo son los mismos cuando escuchamos óperas o cuando escuchamos música clásica o música popular. El psicoanalista Lacan definía a un ser humano como “ un cuerpo que habla” mostrando la íntima e inseparable relación que existe entre el cuerpo y la mente.


¿Dónde están las emociones?

Sabemos que un cerebro como elemento de control de la persona tiene como fin o meta biológica el sobrevivir con su cuerpo, y cualquier cosa no cotidiana que suceda fuera de la persona le genera una de dos respuestas: o atacar o huir. Siempre el cerebro está listo a reaccionar automáticamente las 24 horas del día en forma consciente o inconsciente. Nada le puede quedar fuera de su vigilancia y por esa razón no podemos cerrar nuestros oídos nunca. Las situación cotidiana siempre están mediada por el lenguaje en donde las palabras son símbolos cuyos significados conocen tanto el emisor como el receptor y a cualquier mensaje hablado siempre puede haber una repuesta igualmente hablada. Cuando el mensaje que se recibe es música sin símbolos conocidos es decir música sin palabras el cerebro también reacciona inmediatamente pero ya no de manera simbólica pues la música no trae mensaje alguna y la única manera que queda para reaccionar es con el cuerpo como lo hace siempre que no entiende la situación en que está inmersa una persona. Un ejemplo claro es la extraña sensación que se siente en el cuerpo, no en la mente, cuando un fuerte terremoto nos sorprende; la calma solo nos regresa un segundo después cuando pronunciamos en nuestra conciencia la palabra terremoto. Pero ya se habrá desencadenado la reacción emocional del cuerpo en la respiración, el corazón y la adrenalina etc. De no ser la primera vez, de la memoria saltará la emoción vivida en la ocasión anterior y revivirá nítidamente aquellas sensaciones y emociones vividas. Las emociones se van construyendo conforme vayan apareciendo pero con el paso de los años se puede actuar sobre ellas conscientemente para mejorar nuestra personalidad pues pueden ser muy útiles pero también en exceso pueden desdibujar nuestro carácter. Se consideran unas 8 emociones como las primarias o principales, después puede haber variaciones entre ellas: alegría, tristeza, miedo, sorpresa, ira, desprecio, anticipación y confianza. Importante aclarar que estas emociones se expresan o se sienten en el cuerpo, sube la presión, baja la temperatura, las pupilas se abren, las mejillas enrojecen, la piel se eriza, sube la adrenalina, el aire falta etc., y como estamos tratando de nuestras reacciones frente a la música y se dijo que la música no lleva un mensaje explícito que hubiera podido decodificar el cerebro en áreas especializadas en el lenguaje entonces solo queda como repuesta única la del cuerpo siempre y cuando detecte un acople o resonancia entre la informatización [1]que llegó al oído interno, con alguna o algunas de los millones de sentimientos y emociones guardadas en la memoria que como informatizaciones se construyen inmediatamente en el cerebro segundo a segundo para reaccionar al sonido entrante. Muy comúnmente al escuchar ciertas músicas de ritmos rápidos y muy acentuados el cuerpo de niños y adultos sin pensarlo empieza a moverse descoordinadamente pero después de los procesos culturales esos movimientos empiezan a conformar un lenguaje que se va sincronizando con los textos y con la música, se hacen más estéticos y posteriormente llegan a ser una expresión artística de las personas como es el caso del ballet.


[1]         Todo efecto debe tener una causa, el sonido que se siente en la conciencia debe tener una forma de señal electro neural que viaja por el cerebro


¿Nuestro cerebro cómo escucha la música?

La música que llega a nuestros oídos son ondas de presión de aire tan simple como un sonido individual; ejemplo una nota (La) pura de 440 hercios proveniente de un diapasón que debemos golpear para ponerlo a vibrar y se usa para afinar instrumentos musicales; hasta la complejidad de ondas mezcladas de 100 o más instrumentos de una orquesta sinfónica que pueden producir no ya los 440 Hz del diapasón sino 50 grupos simultáneos de frecuencias diferentes y con timbres propios de acuerdo con el instrumento que las emite lo cual se suma todo en nuestros tímpanos como vibraciones del aire que entra y sale moviendo nuestros tímpanos.



Toda esa música que va llegando se va convirtiendo en señales eléctricas discriminadas de alguna manera por sus frecuencias en el oído interno (cóclea) y continúan su viaje por los nervios hacia el cerebro. El milagro se empieza desarrollar en nuestro cerebro al comparar ésta informatización que llega, con la informatización que vamos creando en tiempo real tomando datos de la inmensidad de nuestra memoria. A partir de ahora cualquier cosa podrá pasar pues todo dependerá de la forma como se compare lo que llega de los oídos con lo que surja espontáneamente de nuestra mente, de nuestro inconsciente : la cantidad inaudita de informatización recogida y muy bien almacenada en el cerebro durante toda nuestra vida, siempre estará disponible en nuestra memoria, bien sea durante la vigilia o durante el sueño, en forma consciente o inconsciente.

Como la frontera de nuestro conocimiento actual respecto al funcionamiento del cerebro, de la conciencia etc. está aún muy lejos de entender estos procesos pues solo nos queda el recurso de hipotetizar la forma como podría darse el fenómeno que aquí queremos describir. La palabra informatización quiere significar “lo que determina la forma” información estructurada, no simplemente la información como se utiliza en la informática sino como se utiliza en la biología y en la sicología, información semántica, es pues un término abierto justamente porque no se sabe cómo se codifica la información en nuestro cerebro[1]. N.B. Es pertinente mencionar que la empresa Neura Link del señor Elon Musk busca encontrar una tecnología que facilite la vida a personas con lesiones cerebrales y también a las personas normales. Lo anterior requiere conectar unos electrodos para tomar señales eléctricas del cerebro que de provenir de áreas motoras ya se han captado y procesado con ayuda de la IA con buenos resultados. No sé si el alcance que busca la tal empresa sea lograr decodificar lo que en este documento se denominó informatizaciones neurales, es decir los códigos que portarían nuestras emociones dentro del cerebro por ejemplo. Yo dudo de que eso se pueda lograr en los próximo 10 o 20 años; por lo pronto esperaremos.

Decíamos que suponemos que en nuestro cerebro se deben enfrentar en cualquier parte esas dos informatizaciones la musical que llega del oído y la sentimental o emocional que llega de la memoria. Todos nuestros sentimientos y emociones guardados podrán aflorar del inconsciente al presentarse la menor resonancia entre lo escuchado en ese segundo con lo vivido meses o años atrás. El inconsciente es como un lenguaje que realmente nos habla no muy frecuentemente pero que siempre está pendiente de cualquier situación que pueda ayudar o perjudicar la supervivencia. El Dr. Jaques Lacan psicoanalista seguidor de Freud representa el inconsciente como un lenguaje con significantes inscrito en una banda de Möbius, la cual es una cinta plana sin límite porque sus dos extremos se pegan invirtiendo una de las dos puntas. Una cara sería el consciente y la otra cara el inconsciente pero siempre accesibles desde el consciente.


[1]         La neuropsicología deberá crear un nombre para este tipo de señales conque interactuando los procesos neuronales entre sí


Al producirse ese “match” o acople entre ambas estructuras informatizacionales aparece la dopamina y la sensación de placer producida por esa música en el caso en que la música haya desencadenado un recuerdo alegre. En biología un mecanismo de acople o match muy comúnmente entre moléculas es el de llave-cerradura mediante el cual se juntan firmemente moléculas que ese par de roles.


Qué nos gusta y qué no nos gusta en la música

Para este ensayo separemos la música en dos grandes grupos, música con letra, es decir con texto o poesía que se canta con el acompañamiento de la música. Y música sin textos es decir solo instrumental. Para el primer caso el texto es una ayuda o indicador de lo que se trata en la narrativa que se propone y por tal razón facilita buscar esa resonancia entre lo que se oye y lo que se ha vivido en sus vivencias pasadas. Si no hubo resonancia o “match” pues la canción no gustó. En el segundo caso sin texto la música se considerará como una estructura interesantemente bien construida que armoniza en varios sentidos es decir que estéticamente es bella como cuando se mira una arquitectura armónica y bien equilibrada. Una melodía aisladamente sin texto también debe ser bella en su línea melódica por su equilibrio y simetría aunque también podría actuar sobre la memoria despertando experiencias, emociones o sentimientos concomitantes.

En este ensayo se parte del postulado o axioma de que el origen de toda música es o son los lenguajes. Si no hubiera lenguajes seguramente no habría músicas. Del lenguaje la música toma sus elementos esenciales a saber: frecuencias acústicas, ritmos, acentos, silencios, armonías. La música por ser un fenómeno construido con el menor número de elementos posibles (unas pocas frecuencias audibles o notas musicales, unos pocos ritmos interesantes con pocos acentos por compás, armonías limitadas, y muchos silencios por cada 10 segundos de duración musical) se convierte en “la esencia de las quinta esencias de todo los lenguajes hablados”[1] sobre el planeta de quienes presta el ritmo, los acentos, los silencios, las dinámicas pero ahorra ad infinitum el uso de signos o símbolos o palabras o significantes y en eso está su poderosa potencia expresiva de hablar pero sin palabras que distraigan el mensaje, la buena música es como la matematización del lenguaje o del idioma donde comunica también en los vacíos que deja y por eso nunca exagera, nunca cansa no tiene excedentes igual que las poesías perfectas. La buena música es más perfecta en su comunicación aún sin usar palabras porque puede decir lo que yo sé sin necesidad de recordármelo expresamente pues mi mente lo recrea o adivina completamente en el mismo segundo que la estoy oyendo. En las lenguas las personas se comunican solamente si receptor y transmisor conocen todas las palabras que usan, en música instrumental el emisor o compositor no envía palabras pues solo envía música y sin embargo el receptor escucha/ve en su consciente muchas imágenes que le surgen como recuerdos nuevos: por lo tanto el compositor en realidad no le envía ningún mensaje a quien escucha su música.


[1]         oximoron o exageración del autor


¿Qué nos traerá el futuro?

La gran cantidad de investigación mundial en el campo de la neurología y sicología que actualmente se desarrolla nos permite imaginar desarrollos en la frontera última cual es El Problema Difícil de la Conciencia. Cómo y por qué tenemos experiencias subjetivas como sensaciones, emociones y pensamientos, y cómo estas experiencias se relacionan con el mundo físico. El cerebro posee 86.000.000.000 de neuronas, las neuronas se comunican electroquímicamente entre sí, si lográramos tomar una sola señal eléctrica de cada neurona (que puede tener unas 1.000 conexiones con otras) y llevarlas a un super computador encontraríamos por fin la respuesta a la Pregunta más Difícil? qué es la auto conciencia? esta es la pregunta más fuerte y dura de la neuropsicología de hoy y del futuro y tal vez sería la última. Después se despejarían los Problemas Fáciles pues ellos son más tratables.

Por lo pronto este autor como ingeniero electrónica opina y supone que las imágenes que vemos en los encefalogramas o toda la imagenología salidas de los TAC los fMRI etc., muestran actividades moleculares y celulares relacionadas con el metabolismo o las estructuras atómicas de los tejidos y de las células en actividad. Podemos pensar en un experimento mental irrealizable en la práctica de conectar 86 mil millones de cablecitos eléctricos desde un cerebro hasta un computador. Imaginar esto sería como que a una persona se le conectara directamente mediante un cable ultradelgado por cada teléfono, todos los teléfonos celulares del planeta tierra. Y después decirle que actuara como central telefónica única del mundo!

La empresa Neurolink en California busca y encuentra señales en centenares o miles de neuronas motoras y las logra pasar por software de IA para encontrar codificaciones que significan movimientos reales que se dan en el cuerpo en tiempo real. Nótese que las señales provenientes de las neuronas motoras son más sencillas pues son del tipo on-off y por lo tanto son más fáciles de detectar en cientos de nervios que se activan y la IA se encarga de buscar las correlaciones entre el deseo de actuar de la persona y la información que siempre aparece en los electrodos implantados en cientos de ensayos.


Se supone que al escuchar una palabra en cualquier idioma como por ejemplo PELIGRO, al cerebro debe llegar un mensaje o código compuesto por señales eléctricas que inmediatamente son transformadas por alguno o algunos de los muchos procesos de la mente lo cual se puede realizar separando y procesando en diferentes componentes o partes el mensaje para luego integrarlo y entregarlo a la conciencia que es cuando el sujeto está oyendo y entendiendo la palabra en tiempo presente. El cómo luce o que apariencia tiene ese mensaje final que al entrar al oído sonaba en español PELIGRO, no lo sabe nadie. Se supone que se compone de señales eléctricas que al menos debe tener la duración de los dos segundos que demora escuchar esa palabra. También supongo que debe haber una relación informacional directa entre la palabra y el código neurológico acabado de crear el cual deberá ser igual al que se cree dentro de una hora al repetir la misma palabra. ¿O será que no? La repuesta podrá ser muy variada dependiendo del peligro que se enfrente, y de la repuesta o las repuestas que pueden originar por ejemplo muchos códigos diferentes de huida al ver una imagen real de un incendio que se inicia. Tratar de censar esas señales y descubrir su código para reproducirlo en un computador y después implantar receptores en el cerebro de una persona que haya sufrido un lesionado en la parte del cerebro que queremos reemplazar para que la persona reaccione correctamente frente a un incendio es cosa que tomará decenios o siglos tal vez.

Como el futuro no es claro cuando pensamos hoy en cómo atacar el problema de la conciencia se abren hipótesis de muy distintos tipos, una sería traer como solución un dualismo en que algo diferente a nuestra materialidad, algo no físico, interviniera para producir la conciencia, otra sería suponer que en el universo entero existiera un campo de conciencia fundamental ubicuo así como existe en el universo un campo gravitacional, otro enfoque considera que la clave es la información muy integrada basada en procesos físicos, y finalmente la doctora Athena Demertzi neurocientífica clínica y cognitiva de la universidad de Liège quien fue enrolada en una investigación con la universidad de Harvard opina que este problema no tiene solución, es asombroso que nosotros tengamos conciencia de nosotros, “no sé por qué lo tenemos “ dice Demertzi, “creo en forma muy personal que esto es un accidente en la evolución, que nos maldice y a la vez nos bendice”.

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